lunes, 29 de agosto de 2011

El cole de mis hijas...



Escribo este post sabiendo que puedo resultar crucificada, aún así lo redactaré, pues siento la necesidad de expresar mi opinión en estos tiempos de frustración y desesperanza y no sé, quizá encuentre ecos positivos en algún lector.

La semana pasada dejé a mis hijas  gemelas en una "nueva" escuela, al menos para ellas. Además del cambio de lugar de estudios, ellas tuvieron que atravesar otro cambio más importante, el de separarse por primera vez y permanecer en distintas aulas. El momento fue sin duda alguna más difícil para mí que para ellas, a quienes desde la ventana de ambos salones, pude ver intercambiar sonrisas con sus nuevos compañeros. 

A lo que voy con toda esta historia que parece como de novelita infantil de tres pesos, es el compartirles el por qué escogí esta institución, conocida por su alto nivel académico, su titipuchal de alumnos, y por lo que a los ojos de muchos representa un “pero”, el ser una escuela católica y en la que obviamente se habla de religión.  Yo fui estudiante en esta escuela, mis padres también y ahora lo serán mis hijas. Pudiera parecer entonces que la decisión fue fácil, pero no lo fue.

En la búsqueda de colegios, pasé por varios, preguntando esto y lo otro,  y hubo uno que me llamó la atención. Era una escuela totalmente laica, de grupos pequeños, con un buen nivel académico y un programa fabuloso y moderno de inglés y matemáticas. Estuve a punto de inscribirlas ahí, era y sigue siendo una excelente opción, pero al final, sentí que algo faltaba. 

Me cuestioné muchas veces, cual si me fuera a casar. Dudé si “el opio del pueblo” como a veces se le ha llamado a la religión sería un factor que les pondría algo así como un bloqueo intelectual al cerebro de mis hijas. ¿Sería tal vez que  la tradición familiar era más fuerte que mis deseos de darles la mejor educación? O bien, ¿estaba yo sinceramente basando mi decisión en el profundo deseo de que, además de conocimientos, aprendieran los mismos valores que aprendí yo cuando fui alumna?

Si bien es cierto que los valores se enseñan en casa, también es verdad que nuestra enseñanza puede, o no, encontrar reflejos positivos en la escuela de nuestros hijos.Por lo que elegir, cuando es posible, a donde estudiarán, debería pensarse detenidamente. Finalmente, un tanto desgastada con tantas preguntas, opté por ir a lo ya conocido, que de entrada no me desagradaba y me traía buenos recuerdos.

Cuando a cuatro días del inicio de clases, me enteré que en una ciudad al norte de mi país, un grupo de criminales atrozmente habían iniciado fuego a un centro de apuestas, lo que resultó en un gran número de personas muertas, nuevamente me puse a reflexionar. ¿Qué ha pasado con la sociedad?, ¿Qué pasó con el respeto y amor al prójimo? ¿Dónde están los padres de estos criminales y qué trato les dieron cuando fueron niños? En fin, ¿a dónde vamos a parar y qué futuro tendrán nuestros hijos?

Entonces recordé que cada vez se habla menos de Dios. Dios es entre muchos jóvenes e incluso personas de mi generación, algo así como un tema oscuro. Como si nos dieran calosfríos al mencionarlo. Es un “ente” olvidado y bastante pasado de moda. Y claro, a la Iglesia se le atribuye mucho de esto. Pero ¿cómo hemos dejado de entender que no importa la religión tanto como lo que esta profese?

Llámese Buda, Mahoma, Jesús, Dios Padre, Jehová o como a cada quien le de la gana, las grandes religiones de la humanidad siempre hablan de lo mismo: de amar, o al menos tratar al de al lado al igual que nos gustaría ser tratados y eso implica respeto y tolerancia. Pero como ser “agnóstico” o ateo es lo “in”, pues cada vez enseñamos menos esto a nuestros hijos. Y nos hemos vuelto permisivos e indiferentes ante las faltas de respeto de los demás. Y nos hemos hecho de la vista gorda ante la gente que sabemos actúa mal  cuando nos conviene, porque somos tan hipócritas que en ocasiones el status pesa más que el valor de un principio o de una familia unida y así y así y así….

Así que, aunque quizá la enseñanza en una escuela religiosa pueda parecer retrógrada para algunas personas, y que aunque puede tener limitantes como cualquier otra escuela, sé que mis hijas crecerán en un ambiente en el que además de matemáticas y español, se les enseñe el ejemplo de un “ser humano” que supo dar amor, que con cuentos y fábulas les explicarán que no importa el grosor de tu bolsillo, sino el tamaño de tu espíritu y el impacto de tus acciones, que al final de cuentas, la vida real se da en escenarios grandes más incluso que el de las aulas de su escuela, en el que habrá competencia y en donde el que avanza es el que confía en sí mismo, en su fe y en lo que entrega a los demás.

Ya tendrán ellas vida y madurez para decidir si se vuelven agnósticas o ateas, o si cambian de religión, pero para cuando eso suceda, ya tendrán bien cimentados los valores tan olvidados hoy día y tan de pronto cortos en el laicismo educativo de mi país.

2 comentarios:

  1. Creo que tu decisión es correcta puesto que la escuela de tus hijos debe estar de acuerdo con tu forma de pensar. Yo pensé también en inscribir a mi hijo en un centro religioso y lo rechacé al final por no ser creyente. Pero no descarto la opción.Los niveles académicos de estas escuelas suelen ser muy buenos y un crío como el mío con altas capacidades quizá encontraría un marco más amable con sus necesidades. No creo que la religión sea la única manera de dar valores a nuestros hijos. Considero que tengo una alta escala de valores sin ser creyente y hago lo posible para que mis hijos la compartan. Ojalá lo hagan.

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  2. Muchas gracias por compartir su opinión y estamos completamente de acuerdo en cuanto a que los valores no sólo se dan de la religión,eso es una realidad!!! precisamente por eso estuve considerando la otra opción, jejejeje... pero sabe algo? tristemente mi país atraviesa por una crisis de valores espantosa,lo hemos dejado caer y ahora no sabemos qué hacer con el y por lo que veo en las noticias esto parece no ser exclusivo a México. De maneras que sentí que si en casa y en su lugar de estudios les reforzamos esa enseñanza, quizá tengan más chance de empaparse de principios y valores como el respeto y la tolerancia... esperemos así suceda.

    Gracias de nuevo por su comentario y le mando un saludo cálido desde México a usted y a su peque!!!

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